Cambios drásticos en el funcionamiento de los ecosistemas a consecuencia del mejillón cebra y el mejillón cuaga

El mejillón cebra (Dreissena polymorpha) y el mejillón cuaga (D. rostriformis bugensis) son dos peligrosas especies exóticas invasoras. Estos mejillones de agua dulce se han convertido en invasoras en varias partes del mundo. Ambas son originarias de la zona Ponto-cáspica (Mar Negro, Caspio y de Azov) y se caracterizan por su elevada capacidad de reproducción (una sola hembra puede producir un millón de huevos en un periodo reproductivo), y pueden alcanzar elevadas densidades, de hasta 100.000 individuos por metro cuadrado. Son especies con una fase planctónica de vida libre (larva velígera) -sin fases parásitas- lo que explica en parte el gran éxito invasor. Su alimentación consiste en la filtración de partículas orgánicas en suspensión (como puede ser materia orgánica fina o fitoplancton). Esto último, y su elevada densidad, hace que en los sitios invadidos el impacto sobre el funcionamiento del ecosistema sea muy elevado. En un meta-análisis realizado en 2010 se cuantificó este impacto, las cifras asustan: el fitoplancton disminuye entorno a un 60% en los sitios invadidos, la cantidad de bacterias que se encuentra alrededor del sedimento de los mejillones incrementa en más de un 2000%, y la cobertura de plantas acuáticas sumergidas en más de un 180%. Esto se debe a que el mejillón filtra la materia orgánica en suspensión, y al excretar incrementa la cantidad de nutrientes del sedimento (es decir moviliza los nutrientes de la columna de agua al sedimento). Al filtrar incrementa la entrada de luz a la zona bentónica -que con el incremento de nutrientes- facilitan el crecimiento de las plantas acuáticas bentónicas. El incremento de los nutrientes del sedimento también facilita a las bacterias. Este cambio funcional se denomina bentificación, y hace que el ecosistema se modifique drásticamente.

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